La pesca de arrastre es una
de las principales causas de la degradación de los fondos marinos. Este tipo de captura elimina el
carbono orgánico del suelo del fondo marino y supone una amenaza para la
biodiversidad. Antonio
Pusceddu, investigador principal del estudio, de la Universidad Politécnica de
Marche afirma que “sin duda es el tipo de pesca más destructiva que existe, ya
que los organismos que habitan en aguas profundas necesitan muchos años para
recuperarse y no meses, como los de aguas menos profundas”.
El trabajo, liderado por la Universidad Politécnica de Marche (Ancona, Italia) y en el que han participado investigadores del Instituto de Ciencias del Mar del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (ICM-CSIC) y de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), se centra en el impacto de esta actividad sobre la meiofauna, organismos de entre 30 y 500 micras, que viven en los sedimentos marinos de los caladeros de pesca del talud continental, a unos 500 metros de profundidad. Para evaluar los efectos de esta técnica, los investigadores tomaron muestras de sedimentos del fondo marino del cañón submarino de la Fonera (Palamós), situado frente a la costa noreste de España. Los resultados de la comparación entre la zona norte (explotada por una flota de arrastre) y la sur (tomada como referencia al no haber sido explotada) revelan que los artes de arrastre, al remover los sedimentos blandos del lecho marino, han hecho que en las áreas de pesca la población de pequeños invertebrados sea un 80% menos abundante y que su biodiversidad sea un 50% menor que en las zonas situadas a profundidades parecidas donde no se pesca. Los efectos negativos de la pesca de arrastre también son evidentes en la disminución (hasta un 25%) del número de especies de nematodos (el componente dominante de la meiofauna a estas profundidades). El estudio también revela que los sedimentos empobrecen de forma importante (un 52%) su contenido en materia orgánica (fuente de alimento de los organismos que viven a estas profundidades), y presentan tasas más reducidas de degradación del carbono (un 37% menores), que es una de las principales funciones de los ecosistemas marinos profundos.
El trabajo equipara la importancia de estos impactos sobre los sedimentos marinos con la pérdida de suelo fértil en tierra firme. "Los caladeros de pesca, que se habían equiparado a campos de cultivo por el cambio morfológico que causaban al fondo marino, pueden acabar volviéndose yermos si la pérdida constante de sedimento superficial perdura en el tiempo”, detalla Pere Masqué, investigador del Departamento de Física y del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la UAB.
El trabajo, liderado por la Universidad Politécnica de Marche (Ancona, Italia) y en el que han participado investigadores del Instituto de Ciencias del Mar del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (ICM-CSIC) y de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), se centra en el impacto de esta actividad sobre la meiofauna, organismos de entre 30 y 500 micras, que viven en los sedimentos marinos de los caladeros de pesca del talud continental, a unos 500 metros de profundidad. Para evaluar los efectos de esta técnica, los investigadores tomaron muestras de sedimentos del fondo marino del cañón submarino de la Fonera (Palamós), situado frente a la costa noreste de España. Los resultados de la comparación entre la zona norte (explotada por una flota de arrastre) y la sur (tomada como referencia al no haber sido explotada) revelan que los artes de arrastre, al remover los sedimentos blandos del lecho marino, han hecho que en las áreas de pesca la población de pequeños invertebrados sea un 80% menos abundante y que su biodiversidad sea un 50% menor que en las zonas situadas a profundidades parecidas donde no se pesca. Los efectos negativos de la pesca de arrastre también son evidentes en la disminución (hasta un 25%) del número de especies de nematodos (el componente dominante de la meiofauna a estas profundidades). El estudio también revela que los sedimentos empobrecen de forma importante (un 52%) su contenido en materia orgánica (fuente de alimento de los organismos que viven a estas profundidades), y presentan tasas más reducidas de degradación del carbono (un 37% menores), que es una de las principales funciones de los ecosistemas marinos profundos.
El trabajo equipara la importancia de estos impactos sobre los sedimentos marinos con la pérdida de suelo fértil en tierra firme. "Los caladeros de pesca, que se habían equiparado a campos de cultivo por el cambio morfológico que causaban al fondo marino, pueden acabar volviéndose yermos si la pérdida constante de sedimento superficial perdura en el tiempo”, detalla Pere Masqué, investigador del Departamento de Física y del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la UAB.
Esta noticia me parece interesante porque es imprescindible saber las consecuencias reales sobre el medio ambiente de los actos que se llevan a cabo en nuestro beneficio para poder tenerlo en cuenta e intentar buscar alternativas que sean menos perjudiciales para el medio.
MARTA GARCÍA GAYO, 1ºBACH D
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